PROBLEMAS DE AUTOESTIMA
¿QUÉ SON?
La autoestima es básicamente la valoración subjetiva que tenemos de nosotros mismos.
También podría definirse como el grado de aceptación que tiene una persona hacia sí misma.
Cuando hablamos de autoestima nos referimos, psicológicamente hablando, al “narcisismo” de la persona.
Dicho término tiene en la sociedad connotaciones negativas, pues cuando se habla de él coloquialmente nos referimos al “narcisismo patológico” (personas con aires de superioridad y que tratan de forma despectiva a los demás).
No podemos olvidar que existe un “narcisismo sano”, cuya construcción comienza desde los primeros años de la vida. Este narcisismo sano es el que nos permite tener una autoestima ajustada.
Los problemas de autoestima pueden ser por exceso o defecto.
Lo más habitual es encontrarnos con personas con una valoración de sí mismas muy negativa (problemas por defecto). Presentan una tendencia a focalizarse en sus defectos e insuficiencias, siendo incapaces de tener una visión de sí mismos realista.
Esta baja autoestima será una “mochila llena de piedras”, pesada, con la que cargará fatigosamente y la cual le marcará en sus pensamientos y actos. Estas personas son proclives a culpabilizarse de cualquier conflicto que les suceden y presentan temor a embarcarse en nuevas actividades (porque asumen de antemano que fracasarán en ellas).
Tienden a compararse constantemente con los otros e infravalorarse en comparación a ellos.
Por otro lado, existen personas con un “exceso de autoestima”.
Raramente acuden a terapia y, cuando lo hacen suele ser por petición de algún allegado. Estas personas tenderán a culpabilizar a los demás de sus errores (pues no conciben que ellos puedan fallar). Fácilmente se embarcan en actividades sin valorar los posibles riesgos (pues su inflada autoestima les hace sentir capaz de todo).
Estas persona pueden tender a tener un tato despótico hacia los demás, infravalorándoles constantemente. No hay que olvidar que, muchas de estas personas con un aparente “exceso de autoestima”, presentan realmente un pobre concepto de sí mismos que compensan con esta “máscara” de grandiosidad.
Los problemas de autoestima son altamente frecuentes. El narcisismo sano del que hablamos anteriormente se forma en la infancia, gracias principalmente al vínculo con los cuidadores (los padres habitualmente).
Es frecuente encontrar problemas de baja autoestima en personas criadas en ambientes con un excesivo criticismo
En los ambientes en los que “nada es suficiente”, en los cuales no se valoran los avances del niño. Este niño vivirá con la sensación de haber “defraudado” a los padres, generando una sensación de insuficiencia que se perpetuará en el futuro en distintas situaciones.
También son más frecuentes los problemas de autoestima en las personas que han padecido una enfermedad en la infancia o en aquellos que tuvieron dificultades para socializar en la escuela (sobre todo en víctimas de bullying).
Una baja autoestima puede predisponer a diversos problemas de salud mental, como serían los cuadros depresivos, los trastornos de la conducta alimentaria, el consumo de tóxicos…
La baja autoestima es uno de los motivos más frecuentes por el cual las personas buscan atención especializada. Es frecuente que, la persona que consulta, comenta haber pasado por alguna situación en la que siente que no dio la talla. Esta situación reactiva su sentimiento de insuficiencia (a causa de su baja autoestima) y pueden darse autorreproches y pensamientos negativos tales como: “nunca hago nada bien”, “no valgo para nada”, “todos son mejor que yo”…
Realmente se da un círculo vicioso pues, con cada vivencia de fracaso se reactiva su sensación de insuficiencia y empeora su autoestima, lo cual predispone a su vez a afrontar los nuevos retos con negatividad.
El tratamiento de los problemas de autoestima será siempre a través de un abordaje psicoterapéutico. Hay que hacer una anamnesis completa acerca de la vida de la persona e indagar sobre aquellos factores que han influido en la construcción de su narcisismo, con especial mención a las relaciones con las primera figuras de apoyo.
Mediante un trabajo progresivo podremos ir desviando el peso que la persona deposita sobre sus carencias y permitir potenciar sus “puntos fuertes”. Debemos explorar las expectativas que tiene la persona sobre sí misma pues, muchas veces, nos encontramos con que la persona tiene “un listón muy alto”. Se impone la obligación de que, todo lo que haga, deba ser perfecto y, lógicamente, siempre se queda por debajo de ese listón (sintiéndose insuficiente).
Por lo general, la evolución con un adecuado tratamiento es positiva y la persona podrá gozar de una autoestima sana y ajustada a la realidad. Esto le permitirá desarrollarse más satisfactoriamente en los proyectos que le vayan surgiendo.