HIPOCONDRIA
¿A QUÉ NOS REFERIMOS?
La hipocondría, o en términos más técnicos “Trastorno de ansiedad por enfermedad”, es un motivo de consulta habitual en nuestros tiempos.
La persona hipocondríaca sufre de intenso miedo y ansiedad al estar convencido de que padece una enfermedad (o de estar contrayéndola). Tiene toda su atención focalizada en el cuerpo y achacará cualquier sensación que provenga de su cuerpo a una enfermedad grave.
En estas personas un dolor de cabeza es el claro indicio de un tumor cerebral. El encontrarse cansados puede ser señal de una extraña enfermedad metabólica. Un resfriado común es la señal incipiente de una grave y extraña infección.
Ante esta intensa preocupación por su estado de salud, es fácil que estas personas se embarquen en un largo recorrido de visitas a médicos y test de toda clase. A pesar de la negatividad en los resultados y de las palabras tranquilizadoras del médico, su miedo a padecer una enfermedad no se disipa (y si lo hace solo será por un corto periodo de tiempo).
Es frecuente encontrar que los síntomas de hipocondría se disparan cuando la propia persona (o alguien cercano a ella) ha padecido alguna enfermedad reciente.
También sucede tras ser víctima directa o indirecta de una negligencia médica. Es frecuente que, ante un familiar afecto de alguna enfermedad, empiecen a pensar que ellos mismos la padecen.
Un problema frecuente en la hipocondría es que, la persona estará tan centrada en su cuerpo que puede descuidar aspectos de su vida tan importantes como la familia, las relaciones sociales o su trabajo/estudios.
La prevalencia del trastorno hipocondríaco en los servicios de Atención Primaria es de entre un 3% y un 6%. En población general la prevalencia es mucho menor (de un 1%).
En el tratamiento de estos casos, lo esencial será ayudar en la modificación de los pensamientos y creencias disfuncionales que tiene la persona sobre su estado de salud. Una de las prioridades será desviar el foco de atención del cuerpo hacia el mundo exterior. Es muy importante hacer ver a la persona que, determinadas conductas como el peregrinaje a centros médicos y las diversas pruebas que se realizan, solo calmarán la ansiedad temporalmente, no ayudando en la resolución del problema.
En el caso de importante ansiedad puede ser necesario también, siempre temporalmente, iniciar un tratamiento ansiolítico.