La depresión es un cuadro clínico caracterizado principalmente por un estado de ánimo deprimido y por la pérdida de interés en las actividades que antes eran fuente de placer (lo que llamamos anhedonia).
Además de lo previo, la persona con depresión puede sufrir los siguientes síntomas: fatiga y pérdida de energía, alteraciones en el sueño (insomnio o hipersomnia), pérdida o aumento notable del peso (con pérdida o aumento del apetito), estado de agitación o enlentecimiento psicomotor, sentimientos de inutilidad o culpa, disminución de la capacidad para pensar o concentrarse e incluso pensamientos de muerte recurrentes.
La persona con depresión presenta, además de un importantísimo sufrimiento psíquico, muchas dificultades para lidiar satisfactoriamente con los aspectos familiares, sociales o laborales que conforman su día a día.
Es tal la ruptura vital que supone el padecer una depresión que, muchas personas que la padecen, cuentan como son incapaces de reconocerse a sí mismas en este estado de tristeza y comparan constantemente su situación de vida actual con aquella que tenían antes de la depresión.
La depresión es más frecuente en mujeres frente a los hombres (según los estudios hasta el doble en comparativa con la población masculina).
Existen algunos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer una depresión. Entre ellos destacan:
Muchos casos de depresión resistente, son fruto de errores en el diagnóstico. Una vez diagnosticada, se debe hacer un abordaje integral del problema.
Por un lado, será de gran importancia descubrir junto al paciente y abordar psicológicamente los factores que puedan haber desembocado en la depresión. Y decimos «descubrir» porque es relativamente frecuente que la propia persona con depresión desconozca inicialmente qué le ha podido llevar a verse en dicho estado depresivo. Los factores involucrados en una depresión pueden ser externos y/o internos.
Los factores externos son situaciones estresantes del entorno que pueden predisponer a la depresión. En cuanto a los factores internos, el abordaje es más complejo pues comprende factores tales como: la personalidad de cada uno, su estilo de afrontamiento de conflictos, sus expectativas frente a la vida, las vivencias del pasado…
Por otro lado, cuando la repercusión de la depresión es notable y el individuo presenta un deterioro importante en su funcionamiento diario, puede estar indicado el inicio de un tratamiento antidepresivo (o ansiolítico en el caso de presentar un cuadro ansioso concomitante a la depresión).
Con todo esto, podemos conseguir que la persona supere progresivamente su depresión y pueda afrontar la vida con vitalidad y disfrute.
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