Como son el Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno de Pánico, la Agorafobia, la Fobia Social y las llamadas Fobias Específicas.
Todo el mundo, en algún momento de su vida padecerá síntomas de ansiedad. La ansiedad nos pone en alerta ante un peligro y permite defendernos del mismo. Es lo que conocemos como ansiedad funcional o adaptativa.
Sin embargo, la ansiedad funcional mantenida de forma crónica puede acabar derivando en un cuadro de ansiedad patológico.
Los cuadros de ansiedad se caracterizan por síntomas físicos y síntomas psicológicos.
Opresión en el pecho, vértigo o mareos, sudor excesivo, temblor, taquicardia, diarrea y dolor abdominal, hormigueos en manos y pies, síncopes… Los síntomas psicológicos son sobre todo un estado mantenido de nervios, tensión y miedo.
La persona en ocasiones expresa vergüenza por lo que le sucede e intenta disimular los síntomas de ansiedad frente a los demás (poniéndole en un estado de mayor tensión aún).
Además es frecuente la dificultad para concentrarse o memorizar contenido.
Es un estado de ansiedad y preocupación excesivas mantenido durante un mínimo de seis meses.
La persona suele manifestar una anticipación aprensiva e imagina con angustia posibles sucesos negativos del futuro. En ocasiones hay un estado de miedo difuso (sin causa aparente). La persona con Trastorno de Ansiedad Generalizada suele notarse inquieta, fatigada, con dificultades para concentrarse, muscularmente tensa, irritable y con insomnio.
Consiste en crisis de ansiedad (intensas y agudas) con sensación de catástrofe inminente.
La frecuencia de las crisis de ansiedad son variables. Durante estas crisis de ansiedad la persona puede llegar a tener un miedo extremo con sensación de muerte inminente. Existe ansiedad anticipatoria a padecer nuevas crisis de pánico y pueden llegar a evitar exponerse a determinadas situaciones (intentando huir de la ansiedad).
Muy relacionada con el Trastorno de Pánico. La persona con agorafobia tiene miedo a tener una crisis de ansiedad en un lugar público (del que le es difícil escapar). Suele desembocar en medidas de evitación (pudiendo deteriorar su vida en el ámbito social, laboral…).
Muchas veces necesitan la compañía de una persona de confianza para poder realizar actividades fuera del domicilio. En casos más graves, las personas con agorafobia pueden llegar a encerrarse en casa y evitar el mínimo contacto con el exterior.
Supone un miedo a situaciones sociales diversas, especialmente aquellas que implican contacto con desconocidos. La vergüenza es el sentimiento más común en quien padece este cuadro.
Las personas con fobia social suelen presentar baja autoestima y se perciben a sí mismas como poco hábiles a la hora de socializar. Muchas veces han tenido experiencias pasadas que han supuesto una intensa vergüenza o humillación (y temen volver a pasar por situaciones similares).
Consiste en un miedo excesivo a un objeto, circunstancia o situación específicas. Cuando la persona se expone a este objeto o situación puede llegar a tener una crisis de pánico.
Entre las fobias específicas más comunes están el miedo a coger un avión, desplazarse en coche, subir a un ascensor, someterse a procedimientos médicos…
Hay que destacar que es muy frecuente que la persona con ansiedad presente síntomas compatibles con varios de estos trastornos.
Hasta el 30% de las mujeres y el 19% de los hombres padecerán en algún momento de su vida un trastorno de ansiedad.
Determinados factores pueden predisponer a padecer un cuadro de ansiedad.
Inicialmente, si el funcionamiento diario de la persona se ve comprometido por la ansiedad y los síntomas son muy molestos o limitantes, puede estar indicado comenzar un tratamiento ansiolítico.
Para el tratamiento de estos síntomas contamos principalmente con antidepresivos y benzodiacepinas. Sí, curiosamente los antidepresivos, a pesar de su nombre, no son solo efectivos para la depresión, sino que también son muy empleados en el tratamiento de cuadros de ansiedad. En ciertos casos puede ser también necesario el empleo de benzodiacepinas (siempre a la dosis mínima efectiva, manteniendo un control estricto del tratamiento y prolongando el mismo durante el mínimo tiempo posible).
Una de las preocupaciones más frecuentes de la persona es el miedo a depender de estos psicofármacos. Efectivamente, en situaciones concretas como son los tratamientos con benzodiacepinas a dosis altas y mantenidos durante mucho tiempo puede existir este riesgo de dependencia. El médico experimentado hará siempre una prescripción racional y monitorizará periodicamente este riesgo. De ahí lo necesario de llevar un control riguroso del tratamiento. Sobre este tema os hablaremos en uno de los artículos disponibles en la página («Benzodiacepinas: efectos secundarios y riesgo de dependencia«).
Por otro lado, es muy necesario indagar en las causas que desencadenan la ansiedad y en aquellas que hacen que se mantenga a lo largo del tiempo. Esta labor resulta especialmente efectiva para calmar la ansiedad de la persona pues, una vez se abordan estos factores y la persona toma conciencia del origen de su problema, consigue mejorar notablemente.
Siempre tendremos en cuenta los factores externos que perjudican al paciente (y el cómo poder afrontarlos) y factores internos (determinados por su biografía y vivencias a lo largo de la vida).
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