Es muy importante tener en cuenta el contexto en el que se encuentra la persona. Algunos rasgos de personalidad en nuestro ambiente serían considerado como patológicos, pero no en otros. Por ejemplo, sería perfectamente comprensible que una persona en una situación de guerra manifestase rasgos paranoides de personalidad (una marcada desconfianza hacia los demás). En ese contexto, podemos decir que dichos rasgos le permiten adaptarse mejor a su entorno.
En los trastornos de personalidad, los rasgos de personalidad del individuo (lo que conocemos como “su manera de ser”) le acarrea problemas con su entorno o consigo mismo. Son rasgos que llamamos desadaptativos (dificultan su adaptación al entorno). En muchas ocasiones, las personas con un Trastorno de Personalidad acuden a terapia tras importantes conflictos con personas cercanas y por recomendación de estas.
Son personas consideradas por los demás como “raros” o “excéntricos”.
Encontramos aquí al Trastorno Paranoide de Personalidad, el Trastorno Esquizoide de Personalidad.
Sin pasar por alto el Trastorno Esquizotípico de Personalidad.
Los considerados “emocionales” o “dramáticos”. Aquí se encuentran el Trastorno Límite de personalidad, el Trastorno Histriónico de Personalidad, el Trastorno Narcisista de Personalidad y el Trastorno Antisocial de Personalidad. Especial mención requiere el Tr Límite de Personalidad (o TLP) por su elevada prevalencia y la frecuente demanda de estas personas de atención médica.
Los llamados “ansiosos” o “temerosos”.
Serían el Trastorno Dependiente de Personalidad, el Trastorno Evitativo de Personalidad y el Trastorno Obsesivo-Compulsivo de Personalidad.
Además de los previos, existen otros trastornos de la personalidad que no encajan en estos tres grupos. Entre ellos encontramos: la Personalidad Pasivo-Agresiva, la Personalidad Depresiva y la Personalidad Sadomasoquista.
Aparece en un 10% a un 20% de la población general y se prolonga por décadas. Se asocian a multitud de síndromes clínicos psiquiátricos.
Las personas con antecedentes familiares de patología mental presentan una predisposición a padecer un Trastorno de la Personalidad (siendo esta predisposición variable en función de cada trastorno).
En los Trastornos de Personalidad, el psicoanálisis contribuye con aportaciones relevantes que nos ayudan a entender como se generan estos cuadros. Los mecanismos de identificación y de introyección de las figuras principales de cuidado (los padres habitualmente) juegan un papel importantísimo en la configuración de nuestra personalidad.
Además de eso, cada individuo es único y las personas pueden presentar rasgos de personalidad correspondientes a distintos trastornos (por ejemplo rasgos límite e histriónicos, rasgos obsesivos y paranoides…).
Lo que si podemos afirmar como una generalidad es que el tratamiento de los Trastornos de la Personalidad estará siempre basado en una psicoterapia intensiva. Si se establece un vínculo de confianza entre paciente y terapeuta, los rasgos desadaptativos del paciente y sus mecanismos de defensa saldrán a relucir durante el transcurso de la terapia, pudiendo trabajarse sobre los mismos progresivamente.
Con la terapia, la persona va tomando mayor conciencia de aquellos aspectos de su personalidad que le llevan a padecer sufrimiento y de cómo realizar pequeñas modificaciones en los mismos. Sufre porque estos rasgos de su personalidad le traen dificultades en sus relaciones sentimentales, sociales… Pueden sentirse incapaces de establecer relaciones duraderas y profundas o, en otras ocasiones, se sienten muy criticados por los demás, quienes le juzgan por su forma de ser y de estar en el mundo.
Un aspecto importante es el tratamiento de las personas con un Trastorno de Personalidad y comorbilidad con otro problema mental. En estos casos hay que abordar ambos problemas. Imaginemos por ejemplo: una persona acude a terapia por un duelo patológico de mucho tiempo de evolución. El duelo se desencadena tras el fin de una relación amorosa. Durante el tratamiento de esta persona, se observan rasgos dependientes de personalidad, comentando la persona que se siente incapaz de tomar decisiones por sí misma (sin consejo o reafirmación de los demás) y manifestando que se siente indefensa e incómoda en su soledad (con miedo a no valerse por sí misma). Abordar el duelo último por la pareja sin realizar un trabajo sobre estos rasgos de personalidad supondría un tratamiento incompleto (con alto riesgo de que la situación se repita en el futuro ante una nueva pérdida).
Muchas personas acuden preocupadas porque sienten que tropiezan una y otra vez con la misma piedra. Debajo de esta situación pueden haber determinados rasgos de personalidad que les predisponen a tener problemas concretos y que deben de ser abordados en terapia.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.
ACEPTAR