Los individuos con una personalidad obsesiva presentan ciertos rasgos característicos. Entre ellos destacan la represión emocional (pueden ser considerados por su entorno como «poco emotivos» o excesivamente «serios») y una gran perseverancia. Son muy indecisos y someten a análisis riguroso cada una de las decisiones que deben tomar (lo cual a veces les genera sensación de «estar bloqueado»).
Otros rasgos que encontramos a veces son: un muy marcado sentido de la justicia, perfeccionismo e inflexibilidad. Presentan gran preocupación por el rendimiento en su día a día y, habitualmente, son muy metículosos y metódicos en su trabajo (lo cual llevado al extremo les puede hacer sentir «improductivos» por la lentitud en las tareas).
Por otro lado, tenemos el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). La persona con TOC presenta pensamientos, ideas o sentimientos recurrentes e intrusivos (a los que llamamos «obsesiones»). El sujeto muchas veces intenta luchar contra la aparición de los mismos sin éxito.
Además de estas obsesiones, los sujetos con TOC padecen «compulsiones«. Las compulsiones son conductas recurrentes y metódicas (como son las verificaciones compulsivas, las conductas de lavado, el contar de forma reiterada o evitar compulsivamente ciertas situaciones).
Por poner un ejemplo de lo previo, un individuo con TOC nos comenta que tiene el pensamiento obsesivo de que sus familiares más cercanos van a fallecer terriblemente en un accidente. Frente a la angustia de esta obsesión, surge la idea de que si apaga y enciende las luces de casa de forma reiterada un número concreto de veces evitará que suceda semejante desgracia.
Nótese el carácter irracional de estos pensamientos y conductas. El sujeto es consciente de lo absurdo de sus obsesiones y compulsiones pero no puede detenerlos, iniciándose una lucha que puede ser muy fatigosa.
Además de las obsesiones y compulsiones es muy frecuente en el TOC la duda patológica y, se sienten tan inseguros que presentan una necesidad imperiosa de preguntar a los demás para reasegurarse sobre cualquier aspecto que les preocupe. También son frecuentes las conductas de «confesión» (donde relatan a otra persona el contenido de sus obsesiones, lo cual disminuye su angustia temporalmente).
Es más común en hombres y en personas con familiares directos que poseen dicho problema.
Es muy común descubrir que las personas con una personalidad obsesiva han sido sometidas a un régimen de educación muy riguroso y exigente.
En cuanto al TOC, hay una prevalencia a lo largo de la vida del 2% al 3%. En pacientes ambulatorios de las clínicas de salud mental se ha visto una prevalencia de hasta el 10%. Esto hace que sea el trastorno más frecuente después de las fobias, los trastornos relacionados con sustancias y el trastorno depresivo mayor. La edad media de inicio son los 20 años y afecta por igual a hombres y mujeres.
Lo principal cuando se aborda la presencia de síntomas obsesivos es aclarar si estamos frente a una persona con rasgos de personalidad obsesivos (que no le limitan en su funcionamiento social/laboral/familiar), ante alguien con un trastorno de personalidad obsesivo (limitado en su día a día) o ante una persona con un TOC (con obsesiones y compulsiones e importante limitación).
En aquellos casos con rasgos más marcados o que cumplen criterios para un trastorno de la personalidad obsesivo hay un importante sufrimiento y pueden darse conflictos con la pareja, el trabajo, los amigos o la familia. En estos casos sí suele ser necesario iniciar un tratamiento especializado basado en psicoterapia principalmente.
La psicoterapia de los trastornos de personalidad (incluido por supuesto el tr obsesivo) requieren un abordaje prolongado pues, en estas patologías, estamos trabajando sobre elementos muy arraigados en la persona como son su forma de actuar, pensar y sentir. Con la psicoterapia no se busca «cambiar la personalidad» del paciente. El objetivo sería indagar en aquellos elementos de su personalidad que le generen malestar emocional y conflictos en su día a día y ayudarle a afrontar su situación vital con un menor sufrimiento.
Algunos de los problemas, entre otros muchos, que relatan los pacientes obsesivos son: dificultades para disfrutar del momento (viven en el futuro); tendencia a focalizarse exclusivamente en aspectos negativos (con mucha insatisfacción por no poder reconocer aspectos positivos de su vida); sensación de pérdida de control sobre su vida; obsesión con asuntos laborales y sensación de improductividad; bloqueos debido a elevada autoexigencia; problemas con otras personas por su actitud de hiperexigencia hacia los demás; dificultad para la aceptación de críticas; dudas constantes sobre aspectos emocionales; dudas sobre la propia moral («¿soy buena persona?», ¿hago el bien?»).
Por último tenemos el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC). En este caso, debido a la gravedad de los pensamientos obsesivos y las compulsiones puede ser necesario iniciar, además de una psicoterapia, un tratamiento psicofarmacológico. Lo habitual es el empleo de antidepresivos (a destacar la Sertralina por sus propiedades antiobsesivas). En ocasiones, si el grado de angustia es muy elevado pueden usarse ansiolíticos (y en casos de extrema gravedad neurolépticos como la risperidona, olanzapina…).
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